OmnipotentiaS MorganuS

 

Incubones et altera somnia

 

Un día o una noche -entre mis días y mis noches ¿qué diferencia cabe?- soné que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir; soné que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárdel, y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba sonando: con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil: la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: "No has despertado a la vigilia, sino a un sueno anterior. Ese sueno está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable, y morirás antes de haber despertado realmente."

Me sentí perdido. La arena me rompía la boca, pero grité: "Ni una arena sonada puede matarme, ni hay suenos que estén dentro de suenos." Un resplandor me despertó. En la tiniebla superior se cernía un círculo de luz. Vi la cara y las manos del carcelero, la roldana, el cordel, la carne y los cántaros.

Jorge Luis Borges, La escritura del Dios